La empresa de transporte, era eficiente en sus entregas, los camiones
llegaban a tiempo, no tenían faltantes y gozaban de una taza baja de accidentes,
sin embargo, consideraban que tenían
pocos contratos, la mayoría de los viajes que realizaban los hacían porque eran
la última opción de algunos clientes que no lograban encontrar un proveedor
disponible que moviera su mercancía. Junto con la adquisición de unidades
nuevas se contrató a un nuevo gerente de ventas, cuya misión era obtener la
mayor cantidad de contratos para evitar la dependencia de viajes solicitados
con urgencia. Tras su primera semana de visitas a potenciales clientes, el
Gerente de Ventas descubrió que la transportista tenía una mala fama.
Básicamente descubrió que esta fama radicaba en la actitud y comportamiento de
los operadores cuando realizaban las entregas. Resultaba que al parecer no era
suficiente entregar a tiempo, completo, y con buen costo por viaje. Si no
también, al parecer, era importante el
servicio, la amabilidad, e incluso el aspecto y limpieza de los operadores
También detectó que junto con la guía de viaje se entregaba al cliente una
encuesta de satisfacción, misma que no muchos llenaban o que incluso algunos
operadores “extraviaban” a pesar de ser uno de los registros del Sistema de
Gestión de Calidad de la Transportista.
Existen
varios casos en los que la mala actitud del personal afecta al desempeño del
negocio, ocurre mucho en operaciones donde se tiene trato directo con los
usuarios. Si bien es cierto que una mala actitud por parte del personal puede
tener un origen que va, desde una inconformidad general hacia la empresa (la
cual puede ser por diversos motivos) hasta una mala selección del personal al
momento de contratarlos. Y desde luego, la primera acción puede comenzar por un
diagnóstico del personal, que lleve a evaluar sus competencias y actitudes
contra el perfil requerido. Posteriormente, se podrá emprenden un programa de
capacitación enfocado a mejorar el servicio. Sin embargo, esto puede tomar algo de tiempo,
quizá la organización no sea tan grande o bien el momento no es el adecuado
financieramente.
En
estas circunstancias, es posible utilizar indicadores como alternativa para
cambiar las actitudes o minimizar malas costumbres. La empresa de transportes
utilizó las encuestas que recolectaban al realizar las entregas para comenzar
publicar en un pizarrón las calificaciones obtenidas por los choferes. Quienes,
en un principio, se mostraron molestos,
se sentían evidenciados e incluso señalados, pero al final de ese mes, las
calificaciones comenzaron a mejorar. Por otro lado, la inconformidad cuando el
resultado de las encuestas fue lanzado, hubo operadores quienes se acercaron a
la gerencia para tratar de justificar su calificación, se detectó que también
había malas prácticas por parte de los clientes, e incluso en algunas
instalaciones de los clientes, se detectaron condiciones inseguras para la entrega
de la mercancía.
Con
el paso del tiempo, el tablero se fue modificando y se agregaron otras
calificaciones, obtenidas también de las encuestas que el cliente entregaba
junto con la guía de viaje. También se implementaron indicadores para el “viaje
seguro”, con datos obtenidos de la
computadora del camión se contabilizaban el número de “frenadas bruscas” o la
cantidad de veces que el operador excedía los límites de velocidad.
Desde
luego, parte del éxito del tablero se debió a que éste era no solo actualizado
semanalmente si no también se modificaba su aspecto y el tipo de gráficas para
que no se convirtiera en parte de la decoración de las terminales donde era
colocado. Otra parte, del éxito obedecía a la cultura laboral que impera en el
gremio de los transportistas. Pero también, a que la empresa comenzó a
reconocer a los operadores con mejor desempeño.
Los Siguientes, se refieren a los pasos a seguir para implementar indicadores que contribuyan a mejorar la conducta dentro de la organización:
1. Detectar las conductas que afectan a los resultados de la empresa.
Es importante
destacar que aunque en la organización existan personas con determinados
hábitos o costumbres, estos, no necesariamente afectan al desempeño de la
empresa. O bien, la calificación puede depender de una apreciación subjetiva
por parte del cliente o usuario. La impuntualidad es sencilla de medir,
mientras que la amabilidad es completamente subjetiva.
Puede ser
posible que determinado personal no modifique su conducta ante determinadas
mediciones. Por ejemplo, en un entorno donde el personal, por necesidades del
negocio suelen trabajar más allá de su horario de trabajo no se mostrarán
receptivos si se comienza a medir la puntualidad.
4. Difundir y mantener la atención sobre los resultados.
Es necesario
vigilar, que el tablero donde se muestren los resultados no se conviertan en
parte de la decoración de la oficina o bien, si utiliza correo, éste no se
convierta en “spam”.
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